Políticas sociales 2.0: capacidades y empleo
Es imposible negar los importantes avances llevados a cabo en materias de políticas sociales durante los últimos 20 años. Este proceso ...
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Ernesto Silva
Es imposible negar los importantes avances llevados a cabo en materias de políticas sociales durante los últimos 20 años. Este proceso significó una transformación completa del sistema de protección social y el resultado fue una red de programas destinados a asegurar los estándares de vida mínimos para un número importante de compatriotas.
Sin embargo, la evaluación de los distintos programas de protección social no ha sido siempre positiva. A modo de ejemplo, en su reciente libro Larrañaga y Contreras plantean serias dudas respecto del impacto del programa Chile Solidario. Al mismo tiempo, y tras detectar gastos operacionales altísimos, el gobierno ha planteado la necesidad de asegurar la eficiencia en el gasto de los programas sociales.
Entonces, luego de 20 años de avances parece adecuado re-pensar algunos de los elementos clave de nuestro sistema de protección social. En este sentido, el Ingreso Etico Familiar aparece como gran oportunidad. Si bien los avances del proyecto no se han hecho públicos, considero importante plantear dos elementos que deberían ser el core del mismo. El primero está asociado con la necesidad de avanzar no solamente en la entrega de derechos, sino que también con la exigencia de deberes. El segundo es el hacer de la creación de empleos un pilar fundamental de este proyecto.
Si bien la evidencia no es absolutamente concluyente, todo parece indicar que el camino más efectivo y eficiente para asegurar el éxito de la política social apunta a la utilización de transferencias (realmente) condicionadas como el marco conceptual del Ingreso Etico. Lamentablemente, la red de protección hoy existente casi no exige esfuerzos a quienes participan de ella y, por lo tanto, hoy no aprovechamos el gran potencial de los hogares participes de la misma. Es necesario, entonces, mejorar los estándares e innovar. Cualquier nueva transferencia debiera ser condicionada en esfuerzos reales, que potencien las capacidades de los hogares. No es difícil, entonces, imaginar la posibilidad de condicionar sobre mejoras en el desempeño educacional, salud, e incluso criminalidad o delincuencia de la población. Elementos como éstos deben ser parte de las políticas sociales 2.0 en general, y del Ingreso Etico Familiar en particular.
Un énfasis en los incentivos a conseguir y mantener un empleo debe ser el segundo elemento que caracterice a nuestras políticas sociales 2.0. La necesidad de avanzar en esta línea ha sido planteada incluso por el ex ministro Andrés Velasco y por expertos como Patricio Meller, entre otros. Empleo, empleo y empleo debe ser parte del slogan de nuestra política social 2.0. Un empleo hoy en Chile significa un ingreso mínimo, un seguro de cesantía, un acceso a salud y previsión, y, más importante aún, la posibilidad de dejar atrás la condición de vulnerabilidad. En este sentido, el no considerar medidas pro-empleo pondría en jaque los esfuerzos para terminar con la pobreza en nuestro país.
En las semanas que vienen se inicia la implementación de la Bonificación al Ingreso Etico Familiar, pero en paralelo se prepara el proyecto de ley que establecerá las bases permanentes del Ingreso Etico Familiar. Nuestro desafío es lograr que este nuevo proyecto sea un ejemplo de políticas sociales 2.0: a fortalecer las capacidades y el empleo de las familias vulnerables.